12 noviembre 2009

Revelan las fantasías ocultas de Lennon




Una polémica biografía recoge textos y dibujos surrealistas que el cantante escribió en 1964 y 1965. Philip Norman aborda con respeto las pulsiones homosexuales y el complejo de Edipo del Beatle.

En 1963, John Lennon casi mató de una paliza a un tipo al que se le ocurrió insinuar que se había liado con Brian Epstein, el manager de Los Beatles, durante unas vacaciones por España con escala en Sitges. Por entonces, la cabeza de Lennon era una bomba de frustración, sarcasmo y creatividad que podía explotar en cualquier momento y dirección: en las melosas canciones iniciales del grupo o en el cáustico desvarío de los textos y dibujos contenidos en dos pequeños libros: Por su propio cuento (1964) Un españolito en obras (1965), que acaban de ver la luz en castellano por el empeño de la editorial Papel de Liar.

Con esos precedentes parece fácil deducir que, de estar vivo, Lennon habría hecho picadillo a Philip Norman, su último biógrafo, que en John Lennon (Anagrama), a la venta el 26 de noviembre, desliza que el líder de los Beatles fantaseó sexualmente con su madre y con Paul McCartney.

Ante la polémica suscitada, hasta Yoko Ono y el propio McCartney se han desmarcado de la biografía, después de haber colaborado intensamente con el autor, un hombre de confianza que ya en 1981 publicó Gritad!: Beatles, una de las mejores obras sobre el grupo.

Las fantasías son fantasías. Son incontrolables y están ahí por algo y para algo. Norman se zambulle en las fantasías de Lennon, sexuales o intelectuales, para tratar de entender mejor a un hombre que hizo del subconsciente una herramienta, un arte, un código. Nothing is real («Nada es real»), cantaba Lennon en Strawberry fields forever. Era la mejor formar de presentar al hombre completo, con sus contradicciones infinitas y toda la sinceridad que John hubiera deseado. Los sueños, la creatividad y la pasión son la sustancia de esta biografía, en la que Norman lanza una mirada renovada y penetrante que hace aflorar una ingente cantidad de tangibles e intangibles.

Lennon se pasa la vida intentando superar cuatro muertes trágicas que marcaron su adolescencia y juventud. De la de su tío George, cuando él tenía 15 años, le atormentaban sus gritos cuando se le reventó el hígado. De la de su madre, Julia, atropellada por un policía borracho dos años más tarde, le quedó una rabia incontenible. De la de su mejor amigo, Stuart Sutcliffe, muerto de derrame cerebral en 1962, le quedó un hondo agujero emocional. El fallecimiento por sobredosis de Brian Epstein, en 1967, fue un aviso a navegantes. Hay conflictos que si no los resuelves, te matan.

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